Generación de La ruptura

Generación de La ruptura es el nombre con que se conoce al grupo de jóvenes artistas que a mediados del siglo XX incursionaron en un nuevo lenguaje artístico en México. La propuesta rupturista se orientó hacia la apertura de las vanguardias europeas en boga, dejando de lado el predominio nacionalista como único camino de las artes en el país. Rufino Tamayo y Carlos Mérida libraron las primeras batallas con los muralistas; poco después Pedro Coronel, Juan Soriano y Gunther Gerzso se unieron al movimiento.

Mucho se ha escrito ya acerca de los integrantes de esta generación y cada autor hace su propia relación de artistas, dependiendo de la etapa histórica que se investigue; sin embargo, la mayoría coincide que en sus inicios sobresalieron: Lilia Carrillo, Fernando García Ponce, José Luis Cuevas, Alberto Gironella, Vlady, Vicente Rojo, Manuel Felguérez y Enrique Echeverría. Los más jóvenes fueron Rodolfo Nieto y Francisco Toledo, todos ellos comprometidos con una propuesta de «pluralidad, universalidad, apertura y originalidad»; nacidos entre 1925 y 1935, el aludido grupo conformó el núcleo principal de la Generación de La Ruptura.

La Ruta de la Amistad

Como parte de esta colección, destacan las maquetas y reproducciones de esculturas urbanas que integran el proyecto de la Ruta de la Amistad, realizada por diferentes artistas en el marco de la XIX Olimpiada de México 68. La “Ruta de la Amistad” ejemplifica el impulso que recibió en México la escultura urbana y el arte abstracto en la década de 1960. Durante la primera Olimpiada Cultural, evento que acompañó de manera paralela el desarrollo de los XIX Juegos Olímpicos “México 68”, Mathias Goeritz, en compañía del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, director del comité organizador, esbozó el proyecto “Ruta de la Amistad”, eje central de la Reunión Internacional de Escultores, en el que participaron artistas de distintos países. Se designó un tramo de 17 kilómetros sobre el Periférico Sur de la Ciudad de México que permitiera unir las diferentes sedes olímpicas integrando 22 esculturas abstractas monumentales, que oscilan entre cinco y dieciocho metros de altura, construidas con hormigón armado. La mayoría de las reproducciones de las esculturas que se exhiben en esta sala, son replicas a escala de las obras originales.

Claudia Álvarez
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